El Pre-embarazo

A esta altura del milenio, en mi opinión, son las mujeres las que finalmente deciden cuando quieren ser madres. Probablemente existen casos donde el hombre presiona de tal manera que logra convencer a la mujer que éste es el momento de tener un hijo, pero seguramente son la excepción.

Siempre escuché hablar sobre el reloj biológico de la mujer y que es ella la que sentirá en su interior cuando desea ser madre.

Personalmente siempre tuve en mi cabeza la idea de ser madre joven. En mi mente de quinceañera soñaba con ser mamá a los 23, 24 años, nunca a los 30, y menos aún sobre 30, eso era un “no-go” rotundo, definitivamente muy vieja. Bueno, aquí estoy, con 36 años cumplidos, un niño de 3 años y otro de 1, así cambian los deseos con el paso de los años.

Mi idea de ser madre joven se debía a que mis padres eran “viejos para esos años” (mi mamá tenía 38 y mi papá 41 años cuando yo nací), comparándolos con los padres de mis compañeros de curso en el colegio eran por lo menos 5 a 10 años mayores. Si bien nunca me sentí mal debido a eso, experimentaba que los padres de mis compañeros eran más activos y extrovertidos que los míos.

Otro aspecto que rondaba en mi cabeza desde la niñez, era la de tener dos hijos, ya que como hija única pasaba mucho tiempo sola en el campo y me habría encantado tener a alguien con quién jugar y compartir.

Con el pasar de los años y a medida que fui madurando me di cuenta que a los 23, 24 años no era el momento. Siempre he pensado que un hijo debe llegar idealmente a una familia donde se le espera con todo el cariño del mundo, y en lo personal era para mi muy importante, poder tener una estabilidad económica que me permitiera comprar o adquirir lo que mi bebé necesitara sin tener que pensar si puedo o no hacerlo.

Otro punto muy importante al momento de dicidir tener un hijo fue la parte profesional. Para las mujeres es un tema no menor decidir ponerle una “pausa” a su carrera para poder tener la oportunidad de ser madre. Muchas mujeres por esta misma razón lo van postergando, postergando y finalmente se dan cuenta que pasaron 15-20 años haciéndolo, y ya no hay espacio en su vida para un bebé. Así de frío como suena, pero es realmente así. Encuentro horrible, que uno como mujer deba sentirse MAL por querer ser madre, y que cuando llega el momento de informar en el trabajo que estás embarazada te tiemblen las piernas, en vez de poder gritarlo a los 4 vientos y compartir tu felicidad con el resto del mundo. Sabes que tu jefe(a) te mirara con cara de nalga sin alegrarse mucho contigo. Sin ir mas lejos, yo sólo obtuve mi trabajo si me comprometía a no quedar embarazada en los próximos 3 años. Aunque no es legal, no son casos aislados.

La decisión de querer tener un hijo ahora ya, o en dos meses, etc.. es uno de los primeros pasos más difíciles. Decir, ya…desde hoy no me tomo más la pastilla o dejo de protegerme es un tremendo paso. Porque el hijo se engendra en el momento en que la mujer toma esa decisión. Independiente que la decisión se tome en pareja, pero es la mujer la que tendrá ese hijo en su vientre, la que postergará por un tiempo su carrera, la que decide darle la mano a esa alma de por vida y hasta que la muerte los separe. Porque seamos sinceras, el hombre en el 99% de los casos sigue su vida, sigue escalando posiciones en su carrera, sigue durmiendo a pata suelta en las noches y cuando le preguntas en la mañana siguiente si escuchó a la guagua gritar te dice “ahh en serio? no lo escuché, yo dormí toda la noche”.

Por supuesto que el tener un hijo debería ser algo que ambos desean y planeen, pero muchas veces llegan inesperadamente, abruptamente y terminan siendo si o si el motor que maneja nuestras vidas, hacen que nos levantemos aunque hayamos dormido sólo 3 horas y son capaces de dibujarnos una sonrisa en el rostro aún cuando lo único que queremos en ese momento es llorar de angustia o caer al suelo para sólo cerrar los ojos por 5 minutos.

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